Dr. Pablo R. Cólica
La conducta discriminatoria puede resultar en un maltrato físico y / o psicológico y quienes la sufren pueden vivirla como una forma concreta de abuso y violencia.
El discriminador considera a la víctima portadora de una supuesta condición física , intelectual mental o social menoscabante o discapacitante.
Se expresa en la desigualdad entre los ricos y los pobres , los trabajadores formales y los precarizados, los educados y los sin educación, las mujeres y los varones, los incluidos y los excluidos, los ganadores y los perdedores, las minorías estigmatizadas y las mayorías estigmatizadoras.
De ese modo, existen en esta época muchas otras nociones y contradicciones donde las desigualdades se han individualizado como afrentas al orgullo privado y como fuentes de humillación personal.
Todos querríamos ser respetados como iguales y provocan indignación, rencor y desilusión las múltiples formas de desigualdad y sus “expresiones ” como conjunto de gestos (verbales, corporales, raciales, tonales) provocados por la mezquindad de quienes se consideran élites superiores que llegan a estigmatizar a los desposeidos , a los desilusionados por promesas incumplidas, traicionados por jefes tradicionales y desesperados por la pobreza, para utilizarlos para sus propios fines, así como también a la indiferencia de los jóvenes hacia un sistema que les impide progresar y ausentes de por venir
Por eso la educación, la ética, la moral y la justicia son necesarias para que sea posible la construcción de una sociedad de adecuada convivencia y tolerancia.
La estigmatización y sus consecuencias psicoemocionales llevan al estrés crónico y pueden ocasionar que las persona discriminadas sean víctima fácil de buylling y/o mobbing u otras formas de maltrato y abuso a nivel social o laboral.
El grado de victimización puede correlacionarse con hiporreactividad neuroendócrina, memoria inmunológica con tendencia a la inmuno depresión y reacciones del tipo de la indefensión aprendida.
Las personas sometidas a violencia, abusadas y/o estigmatizadas viven la situación como un estrés post traumático que deja huellas mnésicas sobre todo a nivel de las amígdalas cerebrales, reservorio de la memoria emocional.
Como se ha comprobado, esas huellas se pueden transmitir intergene-racionalmente, no solo las conductas aprendida sino que incluso pueden encontrarse en descendientes alteraciones del funcionalismo del eje neuroendócrino y de la memoria inmunológica.
Lo descripto se incrementa significativamente con quienes sufren condiciones de trastorno o enfermedad mental real o supuesta y/o adicciones. Aún hoy a la opinión pública le cuesta discriminar entre si el drogadicto es un enfermo o un delincuente.
Abordamos esta problemática desde la PINE teniendo en cuenta las posibles alteraciones traumáticas que dejan marcas epigenéticas y por lo tanto poten-cialmente reversibles.
Discriminación Epistémica
Siempre hubo incertidumbre imprevisibilidad y el ingenio humano se las arregló para adaptarse y evolucionar.
Pero también llevó a muchos a refugiarse en fundamentalismos para intentar conservar a ultranza sus tradiciones y creencias y lo que creen derecho a sus privilegios, negándose a considerar la aparición de las sociedades post tradicionales, refugiándose en su propia verdad casi ritual que conlleva en sí misma un gérmen de violencia y estigmatización.
Por eso es necesario en la sociedad actual que se genere una gran capacidad de reflexión. Debemos trabajar para que nuestra opinión como agentes de salud sea considerada más fiable por lo que podemos conocer sobre las consecuencias de la estigmatización y discriminación que la de otros agen-tes sociales.
Siempre teniendo muy en cuenta la opinión de quienes forman parte de grupos que sufren algún tipo de discriminación, de lo contrario nosotros mismos estaríamos incurriendo en un ejemplo de discriminación epistémica.
Córdoba, Argentina, 23 de noviembre de 2022